VIH y COVID-19, cómo el Estado está atendiendo una pandemia y olvidando otra
Por Margarita Vega
22 de octubre, 2020
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En plena pandemia, cuando los casos de COVID-19 alcanzaban el pico en la ciudad donde vive, Giselle recibió la que se convertiría en la peor noticia de su vida: era positiva a VIH.

Lo supo después de varios días de sospechas y angustias, pues le habían avisado que su expareja estaba hospitalizada con síntomas de sida.

Si Giselle logró tener el diagnóstico de forma oportuna fue gracias a que tuvo los recursos para acceder a un laboratorio privado, pues desde marzo el sistema de salud pública prácticamente desapareció los servicios de diagnóstico en sus unidades.

Giselle cuenta su historia

“Las instituciones del Estado están atendiendo una pandemia y olvidando otra”, acusa Alaín Pinzón, director de la organización VIHve Libre.

Muestra de ello es que para principios de octubre la Secretaría de Salud contabilizaba en su boletín epidemiológico solo 6 mil 286 nuevos casos de VIH para todo 2020, un 40% menos de los que confirmó en las mismas fechas de 2019.

“Ha bajado el diagnóstico porque no se están haciendo las pruebas porque es evidente que la recomendación es que la gente no salga de sus casas, si llegas a tu clínica de salud te dicen que solo se atiende a pacientes sospechosos de COVID, por ejemplo. Vamos a ver cuando esto se regularice toda la carga de pacientes no diagnosticados”, destaca Jezer Lezama, Infectólogo de la Clínica Condesa de la Ciudad de México, especializada en la atención de VIH y sida.

Mientras que a principios de este año se reportaba un promedio de 200 nuevos casos semanales de VIH, desde que comenzaron las medidas de distanciamiento implementadas por la Secretaría de Salud comenzaron a bajar paulatinamente hasta informarse solo 91, como fue en el caso de la semana 19, que transcurrió a principios de mayo.

En tanto, desde la última semana de junio la dependencia determinó dejar de reportar los nuevos casos de sida, que es la etapa más avanzada de la infección, sin dar explicación alguna. Hasta ese momento, se tenía un acumulado anual de mil 714 nuevos casos de sida, contra los 2 mil 837 que se habían reportado en el mismo periodo de 2019.

“Hay gente que no tiene acceso a tratamiento por primera vez. Si yo me detecto hoy, voy a mi médico familiar, pero ahorita no hay citas, después con el infectólogo, me mandaban a hacer estudios, pero ahora no. Nos han dejado de lado, como diciendo, ‘tú ahorita no importas, lo que importa ahora es el COVID’”, destaca Pinzón.

A ello se suma la negativa por parte de las instituciones a hacer todo tipo de estudios de laboratorio para evitar aglomeraciones en los centros de salud y por lo tanto nuevas infecciones por COVID. Sin embargo, con esa medida se ha detenido el seguimiento del avance del VIH en las personas que viven con este otro virus.

“Esta pandemia ha impactado directamente en la atención de nuestra salud, somos personas que deben llevar seguimiento en un hospital toda nuestra vida y al hacer una reconversión de los hospitales de especialidades nos mantienen fuera y también fuera de saber nuestro estado de salud actual, cada seis meses nos tenemos que hacer un estudio de carga viral y cada año un conteo de CD4, que son las células que nos mantienen sanos”, agrega Pinzón.

Incluso, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) hizo un llamado el 21 de agosto pasado a todas las autoridades de salud pública a retomar dichos estudios clínicos, así como a garantizar la provisión adecuada de medicamentos antirretrovirales para toda la población que vive con VIH, ello luego de haber recibido 35 denuncias contra el IMSS y el ISSSTE por incumplir en estos rubros.

Para Lezama, las mayores afectaciones serán para aquellos pacientes que acababan de recibir el diagnóstico, pues no podrán tener un seguimiento adecuado del impacto de su tratamiento en el curso de la enfermedad, ni combatir las reacciones adversas que pudieran presentarse.

Dejamos desprotegidos a un gran número de pacientes, dentro de las estrategias que se implementaron fue darles tratamiento para tres meses y cualquier cosa de seriedad mandaran un mail y se valoraría por un médico para ver si ameritaba la atención prioritaria o no y eso definitivamente no es positivo porque una cosa es un paciente que ya tiene medicamento antirretroviral y otra los pacientes nuevos.

“Este año las nuevas infecciones están sucediendo y el seguimiento de los pacientes nuevos tiene un impacto en su sobrevida”, considera el especialista.

Con los resultados en la mano, Giselle acudió a la clínica del ISSSTE que le corresponde pero le pidieron más análisis, que también debía hacerse por su cuenta.

“En mi estado el ISSSTE no tiene un departamento de infectología, hay que ir al departamento en donde aplican las vacunas. Cuando llego con la doctora me dice que me iba a registrar en el sistema, pero que tenía mucho trabajo y que la esperara como tres horas porque obviamente ella es también la responsable de llevar el registro de todas las personas con COVID y además tenía que aplicar las vacunas a los recién nacidos, muy bizarro”, relata Giselle.

“Me faltaba hacerme otro estudio, pero en ese momento no estaban dando estudios de laboratorio, por lo que habría que esperarse a que pasara todo esto de la pandemia. Yo decido absorber los gastos y los hago en un laboratorio particular, me hago el de carga viral, el de células CD4 (necesarios para conocer el avance del virus) y me tardan una semana, yo tardo en agarrar ánimo y valentía para ir al hospital y me vuelven a mandar otra vez al laboratorio, yo ya estaba fastidiada, por qué no me dicen todo de una vez, me generaba mucho estrés dirigirme al hospital, salir de mi casa”.

Desde que tuvo el primer contacto con los servicios de salud, en mayo pasado, a Giselle no le han realizado ni una sola revisión general, ni ha tenido consulta médica.

“Entiendo la situación, había mucho movimiento en el hospital, la doctora solo me preguntó si me sentía bien”.

Impacto de la COVID-19 en pacientes con VIH

Si bien al inicio de la pandemia se pensó que las personas que viven con VIH podrían ser más vulnerables a sufrir sus efectos, lo cierto es que apenas un 2% de los fallecidos por COVID tenían esta enfermedad, de acuerdo con el reporte de comorbilidades de la Secretaría de Salud.

Según Lezama, si un paciente con VIH tiene un apego adecuado a su tratamiento, su carga viral se mantiene estable, lo que los coloca en el mismo nivel de riesgo que cualquier persona sin VIH.

Sin embargo, sí advierte que una persona con VIH puede envejecer más tempranamente, por lo que presentan con mayor frecuencia padecimientos como diabetes o hipertensión, lo que sí los coloca en riesgo en caso de infectarse con COVID-19.

Alma es un ejemplo de ello. Hace unos meses se contagió de COVID-19 y a pesar de vivir con VIH pudo cursar la infección de manera normal, prácticamente igual que la que tuvo su hija, que no vive con VIH.

“Los síntomas me duraron dos o tres días más que ella y el dolor de cuerpo fue más fuerte, pero no mucho más”, relata Alma.